miércoles, 29 de abril de 2015

El Camino reflejo de vida

El camino de Santiago es mucho más que una ruta de peregrinación: no es sólo un trayecto que seguir con un destino prefijado, es también un camino interior y es sobre todo un reflejo de tu vida y de ti mismo que sin duda te define y te ayuda a comprenderte.

El primer día que comencé sólo quería estar sola y caminar sin parar. Estaba huyendo de algo, estaba huyendo de todo. Caminé a toda prisa durante 5 km a una marcha que ahora creo excesiva, pero que mi cuerpo me pedía en ese momento. Otros peregrinos decían " Parece que vas un poco rápido no?" , "Vas embalada" y así era, pero necesitaba despejar mi mente lo antes posible, estaba sobre estimulada y sólo buscaba soledad y dejarme envolver por la naturaleza.


Pero este sobré esfuerzo enseguida lo pagué y muy pronto quedé herida y ya al comienzo de la segunda etapa continúe con un tirón en una ingle que me duró todo el día. Bajé el ritmo de forma progresiva y ya los últimos 5 Km quería disfrutarlos de verdad y empecé a concentrarme en lo que tenía a mi alrededor, a relajarme y a fijarme en los detalles que a primera vista se escapan. Fue fantástico. De pronto llegó la lluvia en mitad de un día caluroso, que realmente sentí como un bautismo, como una depuración. Tras la lluvia ella llegó de nuevo el sol, que entonces aprecié mucho más y empece a ser consciente del Camino y de su significado.



Cada vez más me apetecía compartir la ruta con alguien y casi sin quererlo fueron apareciendo en mi camino distintas personas, con algunas establecí una conexión instantánea, con otros nada, como en la vida misma.

Al día siguiente me levanté realmente cansada y decidí no andar. A veces hay que saber decir No, hay que saber cuando tienes que parar.

Este primer día y todos los que siguieron me mostraron muchas cosas de mí: como el ir acelerada pronto o tarde se paga, la necesidad de equilibrar tus fuerzas, de como es necesario calmar tu mente para apreciar lo que tienes alrededor y especialmente a ser consciente de nuestras limitaciones y de mis errores. Sin duda toda una lección de vida.


domingo, 26 de abril de 2015

Una ciudad de cuento

Érase una ciudad llena de leyendas, dragones, príncipes y castillos. Regada por cerveza, vodka y ricos manjares. Atravesada por un río, con cientos de iglesias, la universidad más antigua del país, la barbacana mejor conservada, el más bonito y grande  altar gótico  y la plaza medieval más grande de Europa.









Érase una ciudad que conserva sus tradiciones pero abierta y preparada para el resto del mundo, con decenas de monumentos conmemorativos, llena de historia y religiosidad, con cientos de cosas por hacer, con un barrio judío, un castillo real en lo alto de una colina donde además se encuentra la misteriosa piedra del Chakra, con una casco histórico precioso, con el mejor ámbar y artesanías variadas.









Érase una antigua capital del país que se transformó en capital de una región: Malapolska. Érase una ciudad protegida por los alemanes en la II GM.
Érase una ciudad de cuento: érase Cracovia.