viernes, 7 de septiembre de 2012

Maldito equipaje!


Si hay algo que no me gusta en absoluto de mi trabajo es el momento de hacer el equipaje. La máxima cuanto más ligero mejor, en mi caso no vale. Yo soy la guía, por lo que quiera o no, soy el centro de atención de todos mis clientes: si llevo una camiseta llamativa, seguro que alguno me lo hace ver, ni muy florida, ni muy ajustada, ni muy vulgar, ni excesivamente elegante. Si hace mucho calor no puedo ir demasiado corta, si llueve o hace frío debo ir preparada y dar ejemplo, no debo repetir ropa dos días seguidos, debe estar al menos limpia y planchada, debe ser ropa profesional, pero suficientemente adecuada a mi estilo. La ropa que lleves hablará de tí, sin ninguna duda.

Por todo ello, hacer el equipaje es una de las más molestas tareas de un guía: lo odio pero lo necesito irremediablemente. Pese a ser un lastre es mi segunda casa, es una enorme mezcla heterogenea de un pedazito de mí y sea como sea siempre vuelvo con mucho más equipaje del que salgo. Por ellos he llegado a la conclusión de que su peso es directamente proporcional a mi inseguridad.

Por eso me llamó tanto la atención este post: Como viajar por 12 países sin equipaje